lunes, 12 de agosto de 2013

Carahue y Nueva imperial: el negocio de la producción, compra y venta de maderas nativas. Recordando a dos de sus comerciantes.

Con la incorporación del territorio de Araucanía al sistema productivo nacional, a fines del siglo XIX, se instalaron muchas industrias y emprendimientos particulares para dar apoyo al comercio local y distribuir su producción a otras zonas del país. Se recuerdan, entre muchas otras, cervecerías, las pequeñas fábricas de fideos, galletas, jabones, sidra; los molinos, aserraderos a vapor y las curtidurías. Las provincias de Malleco y de Cautín fueron grandes productoras de trigo y de corteza de lingue (se utilizaba para curtir cuero), y no menos importante fue la producción de madera aserrada de árboles nativos, destinada mayormente para la fabricación de durmientes para la vía férrea (que en aquella época se encontraba en plena construcción), edificación de viviendas, galpones y edificios gubernamentales para estas jóvenes provincias. Con el transcurso del tiempo, la creciente producción de madera aserrada, por parte de las sociedades de colonización y de los propietarios de fundos e hijuelas, hizo necesario tener un medio de transporte idóneo, para trasladarla desde los lugares de acopio hacia los de distribución y, desde ellos, hasta los centros de consumo del Norte del país. Debido a aquella abundancia de producto maderero, el Estado proyectó y construyó varios ramales ferroviarios, principalmente para ese fin. Tales fueron los de Pua a Curacautín (más tarde, la vía férrea se prolongó hasta Lonquimay), de Cajón a Cherquenco, de Freire a Cunco y de Loncoche a Villarrica (la Empresa de Ferrocarriles del Estado incluso tuvo una oficina en la localidad de Pucón, a orillas del lago Villarrica), todos ellos para trasladar la producción desde la zona cordillerana hacia el valle central; y los de Temuco a Carahue y de Freire a Totén, que permitía retirar la madera desde la zona costera de la provincia de Cautín.

Han llegado hasta mí breves antecedentes de dos comerciantes de maderas nativas de la zona costera de Cautín. El primero de ellos estuvo avecindado en Carahue y el segundo en Nueva Imperial. No intento describir la historia de la comercialización de este producto forestal, si no, más bien, dar a conocer, en un par de pinceladas (como lo indica el subtítulo de mi Blog), a dos de las personas que se desenvolvieron en este ámbito.

Carahue. Don Juan Schalchli Blatter, comisionista. (1)
 

Juan Schalchli Blatter (o Platter), nacido en el año 1902 en Traiguén, hijo de colonos suizos de Tricauco, contrajo matrimonio en Curacautín en el año 1927. Mientras se desempeñaba como administrador de un fundo maderero en Pellahuén (Traiguén), nace en el año 1930 su hija Irma. Para proporcionar un mejor futuro a su única hija, en el año 1936 decide emigrar más al Sur, lo que hace conjuntamente con otras familias en un caravana de carretas tiradas por bueyes. Luego de una penosa travesía logra instalarse en Nueva Imperial, ciudad en la que la familia Tassistro le arrienda una vivienda. Allí se asocia con Juan Fuentes, a fin de explotar una quinta ubicada muy cercanamente al vistoso puente ferroviario de aquella pujante localidad, el que permitía a los trenes cruzar el río Chol Chol, rumbo a la estación terminal de Carahue.

La familia Schalchli en Nueva Imperial

Para dar una mejor oportunidad al futuro de su hija Irma, en el año 1942 Juan Schalchli decide emigrar con su familia a la ciudad de Temuco, en donde explota una quinta de uso agrícola, terrenos en que hoy está el sector Amanecer. El fracaso económico le lleva a tomar la decisión de nuevamente emigrar, al presentársele la oportunidad de ser un comisionista en la compra y venta de maderas en la estación ferroviaria de Carahue, localidad a la que se traslada en el año 1944.
En la "ciudad de los tres pisos" Juan Schalchli finalmente logró establecerse en el negocio de comercialización de madera nativa, comprándola a los pequeños productores, que llegaban en sus carretas desde lejanas ubicaciones hasta los patios de la estación del ferrocarril. Allí se clasificaba y encastillaba, se pagaba a los campesinos y se vendía lo acopiado a compradores de la zona central de Chile, quienes efectuaban el transporte vía ferrocarril. La pequeña Irma Schalchli aprendió a realizar trámites bancarios y luego de tipo administrativo, ayudando de esta manera en la oficina de su padre.

Carahue. Imágenes el barrio Estación y los castillos de madera nativa del negocio de Juan Schalchli
Estación Carahue. Cargadores de carros de ferrocarril

Juan Schalchli fallece en el año 1959 y el negocio familiar de compraventa de maderas nativas culmina con el terremoto y tsunami del año 1960. Irma ya se ha casado y tiene un pequeño bebé de un año de edad. Junto a su esposo, hijo y madre emigran a Temuco, en donde nacen los siguientes descendientes de Juan Schalchli Blatter.
Mi vídeo documental, en el que Irma Schalchli recuerda a su padre y el negocio familiar


Nueva Imperial. Don Reinaldo Sánchez Rosales, empresario maderero. (2)

Reinaldo Sánchez Rosales, nacido en Quino, comenzó muy joven su vida laboral, dando en arrendamiento un par de yuntas de bueyes que había logrado adquirir. Un benefactor le proporcionó una mejor opción de ganarse la vida, con lo cual pudo hacerse de ahorros. Más tarde, aquel Mecenas tuvo un vuelco en su estado financiero y vendió a plazo a don Reinaldo el campo denominado "El Secreto", quien pagó el precio en el lapso de cinco años. Hacia el año 1940, con la producción maderera de este primer predio, don Reinaldo pudo adquirir otras hijuelas que disponían de bosques en condición de ser explotados, una de ellas era la llamada "El Pantano".
La madera cortada en los montes de propiedad de don Reinaldo, era enviada hasta Nueva Imperial formando balsas que la corriente del río Chol Chol transportaba. Los balseros dirigían esta producción maderera hasta la propiedad que el señor Sánchez poseía en la orilla opuesta a la ciudad, cercano al puente ferroviario, en la que tenía su casa habitación y el aserradero (contiguos al casino del balneario). Desde allí se transportaba la madera aserrada al embarcadero que existía en el ex Molino Bunster (hoy conocida como Bodega ECA), que servía como medio de tránsito para su destino en los patios de carga de la cercana estación ferroviaria, en donde se encastillaba y se cargaban en los carros. En unos amplios sitios de calle Castellón, cercano a la estación, también de su propiedad, se podían apreciar las grandes rumas de madera encastillada.

Vista aérea que muestra cómo era la estación y patios de carga con madera encastillada

Al centro de la fotografía, don Reinaldo Sánchez Rosales, en calle Castellón de Nueva Imperial

Reinaldo Sánchez fue conocido entre sus trabajadores como un patrón estricto, pero justo. Fue miembro fundador del Club Deportivo Dante, de Nueva Imperial, y muy amigo de don Antonio Gomá. Se casó con doña Olga Elena Gómez, con quien tuvo siete hijos: Alicia, María, Juan, Hernán, Nelson, Silvia y Rosa. Doña Olga tuvo una cocinería y un abasto, en la que se atendía a los campesinos que llegaban hasta la ciudad de Nueva Imperial. Los predios de don Reinaldo, quien falleció en el año 1986, terminaron siendo subdivididos y adjudicados a sus hijos.


Notas
(1) Información proporcionada por doña Irma Schalchli Ramírez y don Jorge Echeverría Schalchli, hija y nieto de don Juan Schalchli Blatter.
(2) Información proporcionada por don Felipe González Quezada, bisnieto de don Reinaldo Sánchez Rosales.